Lectura voraz: dos libros oscuros y entretenidos por partes iguales

14 Julio 2023
Recomiendo cuentos estadounidenses y una novela japonesa para crispar los nervios.
Daniel Carrillo... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

El umbral de la noche (Debolsillo, 2023), de Stephen King, es una buena puerta de entrada al mundo de uno de los maestros del terror. Publicado originalmente en 1978, es el primer libro de cuentos que sacó a la luz o, mejor dicho, a la oscuridad. Se trata de una compilación de veinte relatos, la mayoría de ellos publicados en revistas, en donde ya se observan con claridad los atributos del King escritor superventas: una creatividad fulgurante, un estilo en donde las historias parecen irse contando por sí solas, y una familiaridad con el miedo más cotidiano, pero también una habilidad para hacer sentir frescas aquellas fantasmagorías o temores más tradicionales. 

En 416 páginas King se mueve por el terror sobrenatural, el suspenso, la ciencia ficción y el terror psicológico, presentando un puñado de verdaderas joyas narrativas. Entre ellas, Los misterios del gusano; El último turno; Soy la puerta; La trituradora; Campo de batalla; Camiones y Los chicos del maíz.

En cada uno de ellos queda clarísima la “opción” del autor por el terror, que explica en el Prefacio del libro, cuando cuenta que de forma continua las personas suelen preguntarle por qué escribe sobre temas macabros, a lo que él responde con otra pregunta: “¿Qué le hace suponer que puedo elegir?”.

Detrás de un título tan anodino, Sopa de miso (Abducción editorial, 2023), de Ryū Murakami, es una novela a lo menos incómoda, principalmente por la descripción, a ratos demasiado gráfica, de algunos asesinatos. Y también, claro, por la omnipresente sombra de la sospecha del mal que ronda a un personaje que inicialmente bordea lo simplón o lo mediocre: un americano llamado Frank, de visita en Tokio. Interesado en conocer la vida nocturna de la ciudad, específicamente sus barrios más sórdidos, contrata a Kenji, un joven guía dedicado al turismo sexual.  

A medida que se avanza en las 312 páginas de este libro, la inquietante sensación de que algo malo ocurrirá va in crescendo, un presentimiento que desde el corazón de Kenji se transmite de forma extraña a los propios lectores. Y es que la ocurrencia de varias muertes violentas en las zonas por las que Frank se mueve en su estadía en Japón, siembra la intranquilidad en el veinteañero guía, quien comienza a sospechar que Frank no es quien dice ser, e incluso podría tratarse de un sicópata.

La violencia que se desliza por algunos pasajes, teñida de oscuridad, no es para nada gratuita, ya que Murakami -vaya apellido si pensamos en escritores japoneses- la despliega como una superficie bajo la cual late la soledad, la incomunicación, el consumismo y los problemas mentales.

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